La vuelta de Martín Fierro (XXXI)
Canto (XXXI)
La tentativa de pelea entre Fierro y el Moreno se resuelve de modo que no quede en entredicho el coraje de Fierro y sus muchachos. Es gracias a la intervención de los presentes que la payada de contrapunto no escala a duelo físico, los presentes se pusieron de por medio y la cosa quedó quieta.
Luego el pequeño grupo de amigos se alejan en sus caballos, despacio, sin llevar miedo y a la costa de un arroyo, llegarán a echar pie a tierra.
Pasarán la noche a campo abierto.
El colchón son las caronas,
el lomillo es cabecera,
el coginillo es blandura
y con el poncho o la gerga
para salvar del rocío
se cubre hasta la cabeza.
Hernández reafirma su identidad con los paisanos y, además, asimila la coyuntura de estos cuatro gauchos con la de otros cualquiera porque en su cencia todos se organizarían de la misma manera para dormir.
Luego de pasar la noche juntos, a la mañana siguiente, deciden despedirse.
No pudiendo vivir juntos
por su estado de pobreza,
resolvieron separarse,
y que cada cual se juera
a procurarse un refujio
que aliviara su miseria.
Pero antes de despedirse, Fierro dedicará a los jóvenes un par de palabras prudentes para empezar vida nueva. Fierro retomará la voz lírica en en canto siguiente para ofrecer sus famosos consejos.