La vuelta de Martín Fierro (XX)
Canto (XX)
Este canto trae dos cambios formales importantes. El primero de ellos es que no es Fierro quien cuenta la historia sino una tercera voz lírica:
Martín Fierro y sus dos hijos
entre tanta concurrencia
siguieron con alegría
celebrando aquella fiesta.
Luego vemos que se abandona la sextilla, que son los seis versos octosilábicos que predominan hasta el momento, y se retoma el romance, la sucesión indefinida de versos octosilábicos, utilizada este tipo de estrofa con mucha habitualidad por Hernández para el desarrollo de pasajes de carácter más bien descriptivos donde no predomina la acción:
Diez años, los más terribles,
había durado la ausencia
y al hallarse nuevamente
era su alegría completa.
En ese mesmo momento
uno que vino de afuera,
a tomar parte con ellos
suplicó que lo almitieran.
Este romance aporta información sobre el encuentro, sobre el contexto específico en el que Fierro y sus hijos acaban de narrar sus historias. Nos enteramos que hay mucha gente reunida a su alrededor, que el encuentro ha asumido el carácter de una fiesta y como acabamos de leer, se nos cuenta la aparición de un personaje enigmático.
Le pidió la bendición
al que causaba la fiesta
y sin decirles su nombre
les declaró con franqueza
que el nombre de Picardía
es el único que lleva.
El sobrenombre de este personaje preanuncia, de alguna manera, el carácter de las historias que tiene para contarnos.
Aseguraban algunos
que venía de la frontera,
que había pelao a un pulpero
en las últimas carreras,
pero andaba despilchao,
no traía una prenda buena,
un recadito cantor
daba fe de sus pobrezas.
Picardía consigue atraer la atención del auditorio de una manera singular: ya no suplica ni pide la atención, como había hecho Fierro, sino que lo logra con gracia y habilidad.