La vuelta de Martín Fierro (XIII)

Gonzalo Darrigrand
2 min readNov 3, 2022

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Canto (XIII)

Este canto inaugura el relato del hijo segundo de Fierro. Luego de la ausencia de su padre, él y su hermano se dispersan como cuentas cuando se corta el rosario y en su condición de huérfanos se encuentran obligados a sufrir una máquina de daños. Nos cuenta que de su suerte supo un día una tía que lo recogió a su lado y que allí vivía sosegado y de nada carecía.

“El rigor de las desdichas hemos soportao diez años, pelegrinando entre estraños sin tener dónde vivir; y obligados a sufrir una máquina de daños.”

El recurso literario de la aparición de la tía se resuelve muy pronto. Fierro hijo nos dirá que lo bueno dura poco y también nos contará que la justicia no tiene en cuenta, y además se aprovecha, de los desamparados. Entre otras ‘astucias’ la justicia, en la figura del juez, dispone despojar a Fierro hijo de la pequeña herencia que le deja la tía al fallecer. Concretamente se dice que hereda, a la vez que le es sustraído, un rodeo regular y dos majadas de ovejas. Esto significa que el hijo de Fierro podría haber sido un pequeño propietario si el juez no hubiese abusado del poder que le otorga su autoridad. Tengamos en mente que es un juez el que ha enviado a Fierro padre a la frontera, el que ha condenado a su hijo mayor a la penitenciaría y es la figura que, finalmente, despoja al menor de los hijos de una pequeña fortuna.

Por otro lado, la figura de la tía es útil para contrastarla con la figura del posterior tutor que el juez le designará al hijo menor de Fierro toda vez que deba designar a alguien para que se ocupe educar y hacer de un menor de edad una persona de bien.

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Una voluntad servida por una inteligencia

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