La vuelta de Martín Fierro (IV)

Gonzalo Darrigrand
2 min readOct 21, 2022

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Canto (IV)

Quien ha tenido que conocer el corazón de las tinieblas dispone, seguramente, de mucho para contar, pues ha gozado del raro privilegio de estar en contacto con eso que expresa lo ‘otro’, lo extraño, lo que no somos ni deseamos ser. A su vez, esta experiencia le es útil para demarcar los contornos de su propia identidad.

“Es guerra cruel la del indio porque viene como fiera; atropella donde quiera y de asolar no se cansa. De su pingo y de su lanza toda salvación espera.”

En el relato de Fierro y en el imaginario social que se construyó durante el siglo XIX, es el indio el que ocupa el lugar de la ‘otredad’. Si el malón significaba para el paisano de aquellos años una ocasión excepcional para entrar en contacto con lo ‘otro’, el relato que en el canto IV de La vuelta de Martín Fierro nos ofrece su protagonista, la ‘invasión’ está relatada desde las propias entrañas de su ejecución y no podía dejar de resultar sugerente.

Representación de la batalla de San Antonio (1855) en el actual Partido de Benito Juárez, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.

Para pegar el malón

el mejor flete procuran.

Y como es su arma segura

vienen con la lanza sola,

y varios pares de bolas

atados a la cintura.

Encontramos, en este canto, un detalle mucho mayor en la descripción antropológica que Fierro realiza del indio pampa. Ya no es solamente vago y violento, es también cruel, despiadado y odia de muerte al winka (al cristiano). Además, nos ofrece un dato curioso, no sabe reír:

El indio nunca se ríe

y el pretenderlo es en vano,

ni cuando festeja ufano

el triunfo en sus correrías.

La risa en sus alegrías

le pertenece al cristiano.

Martín Fierro, ilustración: Carlos, Roume.

A pesar de esta observación aguda, tal vez lo más sugerente que se dice del indio, considerando que nos hallamos ya en época de la “Conquista del desierto” y que quién enuncia las denuncias sobre los indios es un gaucho que debe varios delitos, es lo siguiente:

Es tenaz en su barbarie,

no esperen verlo cambiar,

el deseo de mejorar

en su rudeza no cabe.

El bárbaro sólo sabe

emborracharse y peliar.

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Gonzalo Darrigrand
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Written by Gonzalo Darrigrand

Una voluntad servida por una inteligencia

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