La vuelta de Martín Fierro (XII)

Gonzalo Darrigrand
3 min readNov 1, 2022

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Canto (XII)

“La penitenciaría” es el título de este canto, inusualmente largo, de 63 estrofas. En ellos se condensa la biografía del hijo mayor de Fierro. Esta singularidad formal es la que mejor se ajusta a la ocasión porque la vida del hijo mayor de Fierro se agota en una única experiencia, el primogénito reconoce que quien ha vivido encerrado poco tiene que contar.

Penitenciaría Nacional (1877) sobre la calle del Chavango, actual avenida Las Heras, que Hernández toma como modelo para contar la reclusión forzada del hijo mayor de Fierro.

Acusado de un crimen que no cometió, el hijo mayor de Fierro es encerrado en la penitenciaría. Se refiere a la penitenciaría nacional, una institución modelo, construida dos años antes de la publicación de la segunda parte de la obra El gaucho Martín Fierro, entrazada en lo que hoy es el parque Las Heras de la ciudad de Buenos Aires.

El que manda siempre puede

hacerle al pobre un calvario;

a un vecino propietario

un boyero le mataron,

y aunque a mí me lo achacaron

salió cierto en el sumario.

[…]

Declararon otros dos

sobre el caso del dijunto;

mas no se aclaró el asunto,

y el Juez por darlas de listo,

«Amarrados como un Cristo,

nos dijo-, irán todos juntos.

»A la Justicia Ordinaria

voy a mandar a los tres.»

Tenía razón aquel Juez,

y cuantos ansí amenacen;

ordinaria,… es como la hacen

lo he conocido después.

Nos remitió como digo

a esa Justicia Ordinaria,

y fuimos con la sumaria

a esa cárcel de malevos,

que por un bautismo nuevo

le llaman Penitenciaria.

Es el relato del hijo de Fierro una denuncia del sistema judicial que encierra inocentes y deja dormir causas y que a su vez coincide con una ponderación negativa de los atributos reformistas de este penal construido durante la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874–1880) como manifestación de un Estado moderno, en proceso de consolidación, a la vez que simultáneamente al sur de la provincia de Buenos Aires inicia la “Conquista del desierto”.

El relato del hijo mayor es aleccionador, lo que pierde toda persona al ingresar al calabozo es toda su humanidad:

No es en grillos ni en cadenas

en lo que usté penará,

sino en una soledá

y un silencio tan projundo,

que parece que en el mundo

es el único que está.

Si su padre sabía que la mayor gloria de un ser humano es vivir tan libre, como el pájaro del cielo, la penitencia del calabozo anula esta dignidad:

Allá el día no tiene sol,

la noche no tiene estrellas.

Sin que le valgan querellas

encerrao lo purifican;

y sus lágrimas salpican

en las paredes aquellas.

Un dato con el que el hijo de Fierro llama la atención a su auditorio es el haber caído preso en condiciones de analfabetismo:

En tan crueles pesadumbre,

en tan duro padecer,

empezaba a encanecer

después de muy pocos meses.

Allí lamenté mil veces

no haber aprendido a ler.

Tal vez esta denuncia fue la que impulsó, ya en el siglo XX, a que los presos asistieran a clases, como lo muestra la foto de los internos asistiendo a una clase de matemáticas en la Penitenciaría Nacional en 1952.

Para saber más sobre el contexto histórico en que se construyó la penitenciaría nacional, se aborda el tema en la entrevista que Luciano de Privitellio y Sabrina Ajmechet realizaron en 2019 a la historiadora Lila Caimari en su programa de radio Pasado Imperfecto (Radio Nacional).

La entrevista también está alojada en Spotify:

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Written by Gonzalo Darrigrand

Una voluntad servida por una inteligencia

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