Don Quijote #Cervantes2018 Cap. 38
Apuntes de la lectura colectiva de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra
El capítulo 38 completa la segunda parte del discurso de las armas y las letras. ¿A quién se le ocurre dividir un discurso entre dos capítulos?
Ahora Don Quijote contempla la vida del soldado, aunque hemos de notar la paradoja en el hecho de que proceda como un estudiante educado en el arte retórica.
Describe con gran detalle «la miseria de su paga» y el sufrimiento físico que experimenta durante las campañas militares.
Uno puede percibir la experiencia de Cervantes mismo, el famoso “manco de Lepanto”, cuando agrega que al soldado «algún balazo… quizá le habrá pasado las sienes o le dejará estropeado de brazo o pierna».
Luego lamenta que todo el sufrimiento del soldado raras veces resulte en premios, mientras que todo esto «es al revés en los letrados, porque de faldas (que no quiero decir de mangas) todos tienen en qué entretenerse». Es decir, de manera legal o ilegal, los letrados siempre consiguen ascender en la entramada burocrática. ¿Suena familiar eso?
Al final, aunque «dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas» y luego «responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas».
Don Quijote concluye que el soldado sufre todo lo que el estudiante y, aún más, lo fundamenta con otra larga descripción bastante realista de las batallas navales y terrenas en el Mediterráneo de su época.
Luego pronuncia una breve condenación de «la diabólica invención» de «aquestos endemoniados instrumentos de la artillería» (esto recuerda a Ariosto), porque permiten «que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero».
Finalmente, el cura dice que «aunque letrado y graduado, estaba de su mesmo parecer» y el capítulo concluye con don Fernando pidiendo al cautivo que les cuente «el discurso de su vida, porque no podría ser sino que fuese peregrino y gustoso».
Aquí surge de nuevo el contraste entre «un discurso verdadero» y «los mentirosos que con curioso y pensado artificio suelen componerse». O sea, el contraste no sólo está entre La historia del cautivo y las de los amantes de la Sierra Morena sino que también la de La novela del curioso impertinente.
Quizás no sea tan importante el resultado del debate entre las armas y las letras que articula, o más bien representa, Don Quijote sino la presentación de los dos extremos profesionales de Cervantes mismo y su ubicación justo antes de La historia del cautivo.
Si podemos aseverar que su obra tiende a centrarse tanto en el tema de los conflictos militares como la función transcendental de la pluma, pues también se ha observado que La historia del cautivo es su texto más íntimamente autobiográfico.
Para resumir: La novela de Cervantes, en tantos lugares llena de roturas, interrupciones e incluso cuentos sin terminar, en estos capítulos que acabamos de repasar presentan las resoluciones a aquellas narraciones que habían quedado inconclusas antes.
Notemos en particular la transición ordenada entre las dos últimas novelas intercaladas de Don Quijote. Toda una serie de reconocimientos y reconciliaciones entre los amantes de la Sierra Morena pone fin a las novelas bizantinas, urbanas y barrocas.
La llegada del cautivo y Zoraida-María da lugar a la novela final y la más realista y autobiográfica de todas.
Es fácil tomar todo esto como algo artificial, pero Cervantes se esfuerza para darnos una serie de detalles compartidos entre las historias de Dorotea, Luscinda, Cardenio y Fernando y la del cautivo y Zoraida-María.
La idea es que veamos cierta continuidad.
Y, por cierto, tenemos que seguir fijándonos en la relativa libertad de la mujer, la violencia y el comercio como temas que se vienen amplificando y que se aplican tanto en el caso de Andalucía como en el Mediterráneo y otras regiones del mundo.