Don Quijote #Cervantes2018 Cap. 29

Gonzalo Darrigrand
5 min readOct 24, 2019

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Apuntes de la lectura colectiva de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra

En el capítulo 29, la joven Dorotea pide concejos para encontrar un escondite donde pasar el resto de sus días, sin ser la vergüenza de sus padres.

Cardenio la reconoce como la hija del rico Clenardo, él se identifica como el joven protagonista de la historia recién contada, y le declara su intención de restituir su honra, incluso si tiene que retar a duela a Fernando.

Dorotea quiere besar los pies a Cardenio y el cura recomienda que vuelvan a su aldea y les cuenta el extraño caso de Don Quijote. Cardenio recuerda su pendencia, como en un sueño, aunque no recuerda porqué se peleó. Cada vez es más claro por qué Freud era un buen lector de Don Quijote.

Aparece Sancho, que acaba de encontrar a Don Quijote flaco, amarillo, muerto de hambre, y sin terminar de suspirar por su señora Dulcinea. Para colmo de males, el hidalgo no quiere dejar su penitencia.

Es fácil entender el estilo indirecto libre en un segundo grado, porque leemos a Sancho imitando la voz de su amo. Aquí la forma y contenido del texto armonizan.

El problema es cómo sacarlo de la Sierra. La solución, remedio, cura o medicina está a mano. Dorotea se ofrece a ser la doncella menesterosa, porque conoce el estilo de las novelas de caballerías y tiene el vestido para hacerlo al natural.

El narrador nos deja en detalle los textiles y joyas de Dorotea: una telilla rica, una mentellina de vistosa tela verde, y de una cajita sacó un collar y otras cosas, que una grande y señora rica parecía.

El cura observa la buena suerte de todos: a vosotros se les abre la puerta para vuestros remedios, y a nosotros se nos abre la que necesitamos para nuestro menester. Hay una lección moral en la ayuda recíproca, en el beneficio que surge en el intercambio de satisfacer las necesidades naturales.

Sancho queda atónito frente a Dorotea, porque no la conocía como los otros tres personajes. El cura comienza a tejer la narrativa caballeresca para sacar a Don Quijote de la Sierra.

La narrativa toma un tono internacional, pues si antes nos situamos en Andalucía, y la Sierra Morena, de repente contemplamos el mapa del océano Atlántico, desde el África ecuatorial y los puertos de la península ibérica.

Transitamos en el capítulo 29 de la primera parte, de los problemas de estados sociales, como los hidalgos, caballeros y labradores, a los problemas de los estados modernos, naciones, pueblos y reinos unificados. Con el establecimiento de las encomiendas en el nuevo mundo y la anexión del reino de Portugal por Felipe II en 1580, España se veía hacia finales del siglo XVI cada vez más involucrada en el fomento internacional de esclavos negros.

Los lectores de 1605 hubieran reconocido en la historia que inventa el cura una reflexión cómica y seria acerca de las implicaciones morales de la trata y comercio de esclavos.

Según el cura, la tan fermosa señora es la heredera por línea recta de varón del nuevo reino de Micomicón (de Mico = mono y Micón = cómico). Un gigante la ha agraviado y ha venido de Guinea en busca de Don Quijote para que le ayude a rectificarlo.

Alcalá es la tierra de Cervantes, Úbeda es el lugar donde murió San Juan de la Cruz (opuesto al intervencionismo de España) en África y Valladolid es el lugar donde se celebró el debate entre Las Casas y Sepúlveda sobre la justificación, o no, de la esclavitud.

Sancho se entusiasma con la ínsula y le pide que lo case a Don Quijote con la princesa. Luego, cuando Sancho se entera que la princesa se llama Micomicona, dice que le parece natural, porque conoce a muchos que toman apellido y alcurnia del lugar donde nacieron, Pedro de Alcalá, Juan de Úbeda o Diego de Valladolid.

Sancho negrero

Volviendo a la princesa Micomicona, de Guinea, o de Etiopía -según Sancho.

El escudero guía a los personajes que montarán el número frente a Don Quijote y lo que sigue es una hilarante actuación de Dorotea en la cual implora al hidalgo loco que la siga para darle su merecido a un traidor que le tiene usurpado su reino.

Si consideramos la magnitud que tuvieron en América los conquistadores españoles, es difícil no pensar en cierta ironía aquí, como si Micomicona exigiera que Don Quijote se enfrentara a las tendencias imperialistas de España.

En mitad de todo, vuelve el problema del asno de Sancho.

Es fácil convencer a Don Quijote de abandonar ahora la Sierra, y el único que va a pie es Sancho. Lleva la caminata con gustos, pero no sin titubear un rato.

Cervantes presenta aquí un retrato ominoso de Sancho como negrero: sólo le daba pesadumbre pensar que aquel reino era de negros y que sus vasallos serían todos negros, a lo cual luego, en su imaginación, entendió que los podría traer a España donde los podrá vender y los pagarán de contado. Y que por negros que sean, los ha de volver blancos y amarillos (en alusión a las monedas de plata y oro).

Cervantes era consciente de la ley de Gresham, según la cual el dinero malo (cobre) sustituye a las monedas buenas, de plata y oro (blancas y amarillas).

Se discuten aquí dos de las cuestiones morales de la época, la esclavitud y la adulteración dineraria, es otra indicación de que Cervantes estaba al tanto de las leyes y derechos naturales en que se fundamenta la filosofía neo aristotélica de la universidad de Salamanca.

Lo que sigue es una comedia física a lo Chaplin o Buster Keaton. En primer lugar, hay una serie de problemas con la apariencia física de Cardenio o el Barbero, a los cuales hay que transformar para que Don Quijote no los reconozca.

De hecho, Cardenio quedó tan otro, que él mismo no se conociera aunque a un espejo se mirar.

Como buenos viajeros, simulan y planifican la ruta a emprender, y deciden pasar por la aldea del cura para posteriormente ir a Alicante y luego embarcar al Mar Negro. Que confusión, Micomicómica no está en África sino en el imperio Otomano.

El cura, además, inventa una historia que alude al colonialismo español, porque tiene que recoger en Sevilla una pequeña fortuna de 60 mil pesos ensayados enviados desde las indias americanas.

Por último, Cardenio según el cura se ha transformado luego de ser asaltado por unos saltadores, que eran los galeotes liberados por un hombre sin alma ni conciencia que liberó al lobo entre ovejas. Aquí Don Quijote siente una profunda vergüenza.

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Una voluntad servida por una inteligencia

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