After Life (2019)
Otro montón de belleza en las cosas comunes
Anoche miramos los seis capítulos de la primera temporada de After Life, la serie creada, escrita y dirigida por Ricky Gervais.
Tony es el personaje principal y está protagonizado por el propio Gervais. Recientemente viudo y con ideas que coquetean con el suicidio, Tony considera que este hecho límite es un superpoder para “hacer las cosas que uno desea hacer” porque todo drama se resuelve, al fin y al cabo, con quitarse la vida.
En los primeros cuatro capítulos, este superpoder le facilita a Tony ser irónico y sarcástico con todo el mundo, pero esta no es una historia sencilla, el secreto está en el modo con el que Tony lidia con su propio dolor para darse cuenta de que se puede vivir aún sin ser feliz y que se puede disfrutar con la felicidad ajena.
Los seis capítulos me atraparon por el entorno en que Tony vive su vida cotidiana: su casa y la perra, el cartero de cada mañana, el trabajo en un diario menor, de circulación gratuita y con contenidos “extravagantes” (Tony redacta las historias sobre personas que se consideran extraordinarias, por ejemplo, el niño que se parece a Hitler o el joven que toca dos flautas con la nariz), sus colegas en el diario, entre los que se cuentan al cuñado, una señora que a diario visita la tumba de su marido, un yonkie encargado de la distribución del diario, una prostituta, su padre (que vive en un asilo, lugar en el que Tony a diario conversa con una enfermera) y el psicoanalista. A lo largo de seis capítulos Gervais logra el efecto terapéutico que con The Office consiguió al final de nueve temporadas.
Netflix cataloga After Life en el género “comedia”, pero aquí no sólo te reirás, también llorarás y te re-emocionarás.